Euforias y alabanzas se han escrito hasta ahora en la mayoría de los medios de comunicación occidentales a favor de Tratado Transpacífico de Asociación Económica Estratégica (TPP), que reúne a 30 naciones del Atlántico y del Pacífico el cual se cataloga como el mayor convenio comercial internacional que se haya rubricado.
Indudablemente que los más beneficiados con este acuerdo serán las grandes compañías transnacionales y Estados Unidos pues la primera condición es que el pacto, (conveniado durante cinco años en forma completamente secreta) pondrá fin a aranceles a 18 000 productos norteamericanos, entre estos, automóviles, maquinaria, tecnología de la información, productos de consumo, el acceso a internet, la protección a los inversionistas, la propiedad intelectual, los farmacéuticos y la producción digital.
Como se comprende, los productos estadounidenses entrarán sin restricciones en todos los países firmantes e inundarán sus mercados, a la par que limitarán las posibilidades de desarrollo industrial y agrícola de las naciones menos desarrolladas.
Las naciones que componen el convenio son Estados Unidos (principal promotor e impulsor), Japón, Australia, Brunei, Canadá, Chile, Malasia, Nueva Zelanda, México, Perú, Singapur y Vietnam. En el papel, pues esa negociación aun tiene que ser ratificada por los diferentes gobiernos, constituyen cerca del 40 % de la economía mundial con una población de 800 millones de personas.
Washington, ante el empuje económico que han tenido en los últimos años la Republica Popular China y Rusia, se ha lanzado con todas sus fuerzas a tratar de controlar una amplia zona de negocios.
Las declaraciones del presidente estadounidense, Barack Obama lo demostraron cuando aseguró: “con más del 95 % de nuestros clientes potenciales viviendo fuera de nuestras fronteras, no podemos dejar que países como China escriban las reglas de la economía global”
El portal digital Wikileak, que se ha convertido en un verdadero experto en destapar relevantes secretos que han estado ocultos durante años, especialmente en Estados Unidos, publicó recientemente el Capítulo sobre los derechos de propiedad intelectual del texto final del TPP.
Wikileak señaló que ese acápite ha sido "el más controvertido debido a su impacto en los servicios de Internet, los medicamentos, las editoriales, las libertades civiles y los patentes biológicos".
Para el director del Programa de Acceso Global a Medicamentos, Peter Maybarduk, los nuevos derechos otorgados a las grandes compañías farmacéuticas pueden poner en peligro el acceso a los medicamentos en esos países y la confirmación del TPP podría costar vidas.
La gravedad del problema consiste en que las transnacionales obtendrían amplios poderes para desafiar las regulaciones, acciones y decisiones de gobiernos soberanos ante tribunales organizados por mecanismos internacionales controlados por el gran capital.
El sistema pactado permite a las corporaciones monopólicas demandar a los gobiernos y solicitar millonarias indemnizaciones si estos no obedecen las prerrogativas obtenidas en los convenios.
En México, empresarios y organizaciones civiles afirman que el TPP, representa un peligro para la industria textil, autopartes, las producciones de leche, azúcar, acero y hasta al comercio de las medicinas.
Héctor de la Cueva, coordinador del Centro de Investigación Laboral y Asesoría Sindical (Cilas) puntualizó que “esas son las mismas promesas que nos hicieron cuando se negociaba el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) hace 20 años, pero la realidad es que las promesas se convirtieron en lo contrario". Y citó como ejemplo más claro que el número de empleos que se crean anualmente en el país es similar al de 1994.
Entre las poderosas compañías transnacionales que han estado laborando en la confección del acuerdo, aparecen Chevron (petrolera), Monsanto (afroindustrial) y Barrick Gold (minera), informó la organización empresarial Council of the Americas-Americas Society, con sede en Nueva York.
Las prebendas cada vez son más peligrosas de aceptar pues sobre medioambiente e inversiones, los Estados no tendrán ningún derecho a cuestionar el accionar de las empresas que se establezcan en sus territorios y se les brindarán facilidades para explotar la flora y la fauna.
De esa forma, no podrán imponerles legislaciones estatales para el control de pesticidas, medidas de protección ecológica, seguridad alimentaria ni sanciones fiscales.
Ejemplos sobre este injusto proceder sobran a lo largo de los últimos años, como ha sido el desastre ambiental, ecológico, económico y humano que provocó en la Amazonía ecuatoriana, la antigua compañía Texaco, adquirida por Chevron en 2001.
La Texaco derramó durante años más de 64 340 000 litros de petróleo crudo, además de 68 130 000 litros de aguas de formación, (las que brotan de la tierra con petróleo, contaminadas con hidrocarburos tóxicos). La Chevron, con diferentes artimañas, se ha negado a pagar a los habitantes de esa zona ecuatoriana las indemnizaciones establecidas por varios tribunales.
La mayoría de los expertos afirman que el TPP representará una seria amenaza para las naciones soberanas, al impedirles desarrollar políticas y leyes que respondan a sus propias prioridades.
En conclusiones, el TPP no es un acuerdo sobre comercio, sino una elaborada maniobra geopolítica para ejercer presiones, controles económicos y hasta políticos sobre las naciones participantes.
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