Cada día son más los países del mundo que comprenden la necesidad de tomar medidas urgentes para tratar de salvar a la especie humana de una debacle ambiental que provoca diariamente destrucciones y muertes por doquier.
La mayoría de los jefes de Estado y de Gobierno (sobre todo los pertenecientes a los países en desarrollo) que participaron en la recién finalizada Cumbre de Naciones Unidas sobre la Agenda de Desarrollo Sostenible Post-2015, se pronunciaron acerca de los desafíos que representa el cambio climático y la necesidad de tomar medidas urgentes al respecto.
El aviso sobre esa peligrosa situación que sufre la humanidad fue denunciada hace 23 años por el líder de la Revolución cubana, Fidel Castro en un discurso ante la Conferencia de ONU sobre Medio Ambiente y Desarrollo, Río Janeiro 1992, cuando afirmó:
“Los bosques desaparecen, los desiertos se extienden, miles de millones de toneladas de tierra fértil van a parar cada año al mar. Numerosas especies se extinguen. La presión poblacional y la pobreza conducen a esfuerzos desesperados para sobrevivir aun a costa de la naturaleza. No es posible culpar de esto a los países del Tercer Mundo, colonias ayer, naciones explotadas y saqueadas hoy por un orden económico mundial injusto.
”Si se quiere salvar a la humanidad de esa autodestrucción, hay que distribuir mejor las riquezas y tecnologías disponibles en el planeta… Utilícese toda la ciencia necesaria para un desarrollo sostenido sin contaminación. Páguese la deuda ecológica y no la deuda externa. Desaparezca el hambre y no el hombre. Mañana será demasiado tarde para hacer lo que debimos haber hecho hace mucho tiempo, recalcó”.
En una reflexión escrita en enero de 2012, Fidel puntualizaba: "El planeta marcha hoy sin política sobre este grave problema, mientras los niveles del mar se elevan, las enormes capas de hielo que cubren la Antártida y Groenlandia, donde se acumula más del 90 % del agua dulce del mundo, se derriten con creciente ritmo”.
Dos nuevos cónclaves para analizar y, al parecer, tomar varias medidas en esa dirección se efectuarán próximamente, el primero en Bolivia, del 10 al 12 de octubre y el segundo en Francia a finales del año.
En Tiquipaya, cerca de Cochabamba, sesionará la II Conferencia Mundial de los Pueblos sobre Cambio Climático, y el presidente boliviano, Evo Morales, durante una conferencia de prensa, invitó “a los gobiernos capitalistas a escuchar las propuestas de los movimientos sociales, pues cada día la Madre Tierra sufre más el calentamiento global, la sequía la afectan, acaban con ella”.
Añadió Morales que ya ni se sabe cuándo es verano, cuando es invierno, cuando es primavera, cuando es otoño, que hay islas desaparecidas y miles de muertos por los efectos de las altas temperaturas, y preguntó, cómo no poder frenar esta situación.
De la reunión de la Cumbre de los Pueblos en Bolivia, saldrán las propuestas que presentarán los participantes durante la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP-21), a efectuarse en París, Francia, del 30 de noviembre al 11 de diciembre de 2015.
El pasado 5 de octubre, Naciones Unidas publicó el borrador del acuerdo global de lucha contra el cambio climático que los países pretenden aprobar en la Cumbre de París, donde se plantea que las naciones fijen una fecha límite para poner fin a las emisiones de CO2.
El texto propone que el futuro tratado climático, que entraría en vigor en 2020, recoja una fecha a acordar por los países para poner fin a esas emisiones contaminantes.
De los 195 miembros del Convenio Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático, 146 países, responsables del 85% de las emisiones mundiales, han presentado a Naciones Unidas sus compromisos de reducción.
Con los grandes deshielos provocados en los glaciales debido al calentamiento global los cuales aumentan considerablemente los niveles de las aguas oceánicas, cabría preguntarse ¿qué pasará con las pequeñas islas y otras zonas bajas en numerosos países? si las decisiones solo comienzan hacerse “efectivas” en 2020.
Analicemos que según estudios científicos realizados, la mayor parte de los archipiélago del Pacífico, el Indico y el Caribe, se elevan tan solo dos o tres metros sobre el nivel del mar, y por ejemplo, el agua alrededor de los 32 atolones de Kiribati está subiendo 1,2 centímetros por año —unas cuatro veces más rápido que el promedio mundial— debido al flujo de las corrientes oceánicas.
En 1990, se fundó la Alianza de los Pequeños Estados Insulares (AOSIS por sus siglas en inglés), la cual ha sido muy activa desde la presentación del primer borrador del texto del Protocolo de Kyoto que se negocia desde 1994.
Son 43 los miembros y observadores de la AOSIS que representan el 28 % de los países en desarrollo, el 20 % de los miembros de la ONU y el 5 % de la población mundial. Varios tienen peligro de desaparecer tragados por la crecida de los mares.
Los daños a nivel mundial se aceleran: el aumento de la temperatura global es de 0,85ºC, el mayor de la historia de la humanidad; progresivo deshielo de las masas glaciares como el Ártico; daños en las cosechas y en la producción alimentaria; sequías; riesgos en la salud; fenómenos meteorológicos extremos, tormentas y huracanes.
Esta maléfica realidad hace cada más urgente alcanzar acuerdos globales que disminuyan las emisiones de gases de efecto invernadero principalmente por la quema de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas) que en su combustión para producir energía liberan CO2 a la atmósfera.
Las naciones industrializadas, principales emisores de CO2, deben comprender que si no actúan con sensatez para disminuir esos gases, la humanidad va camino a padecer enormes peligros y hasta la desaparición.
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