martes, 2 de abril de 2013

Rostros para los cambios

Tomado de la Revista "Moncada"
Escrito por Jorge Gómez Barata

Cito sin atestiguarla, una anécdota según la cual alguien preguntó a Ramón Castro, hermano mayor de Fidel y Raúl el porqué de su discreto perfil político. “Un Castro ─dicen que dijo─ puede hacer la Revolución, dos la mejoran un tercero pudiera echarla a perder”; Mariela Castro aporta un mentís: ella suma.  
Sin oportunismo ni complejos, con apellidos que pesan y pueden ser velamen o  hándicap, por méritos ganados con el trabajo en un área difícil y polémica, en la cual ha realizado una obra de extraordinarias connotaciones humanas, sociales y políticas, Mariela Castro Espín, se ha convertido en una de las figuras femeninas de mayor potencial en la Revolución Cubana y en el rostro de mujer que mejor cuadra a una época de cambios.

Hija de Vilma Espín y Raúl Castro y sobrina de Fidel, la directora del Centro de Educación Sexual de Cuba (CENESEX), tal vez inspirada por la obra de su madre, inició su formación en la humilde profesión de “educadora de Círculos Infantiles” y continuó en la no menos modesta de Licenciada en Educación, convirtiéndose luego en Máster en Sexualidad y en una autoridad en la comunidad científica y académica cubanas, cosechando lauros nacionales e internacionales.
Fácil de palabra, graciosa y atrevida, con belleza y refinamiento naturales, estimada por la comunidad LBGT (lesbianas, gay, bisexual y transgénero) y cuestionada por la mayoritaria grey machista, Mariela es la única de los Castro de la segunda generación con un perfil y liderazgo público establecido y horizontes políticos visibles.
Ejerce como pocos dirigentes de su categoría un criterio político propio y habla sin complejos de sus ilustres ancestros, revelando aristas de una relación familiar que sus mayores mantienen al margen del escrutinio público pero de la cual seguramente están orgullosos. Todos los hijos de Fidel y Raúl son conocidos, ninguno vive al amparo de sus apellidos y todos trabajan, no disfrutan de privilegios, no son ricos ni mimados, tampoco empresarios, gerentes ni residentes en ultramar y asumen con responsabilidad un exigente legado familiar.
Por la naturaleza de su trabajo Mariela se ha hecho visible, aproximándose a la política y al debate social por lo cual, recién resultó electa diputada a la Asamblea Nacional y es la primera y única parlamentaria cubana en anunciar que usará su escaño para impulsar leyes en beneficio de la comunidad gay (LBGT). Esa actitud, que en otro lugar sería normal en Cuba, donde los diputados representan al país y no a quienes los eligieron y carecen de programas y proyectos propios, es toda una innovación.
Con aires liberales aunque no frívolos y un desenvolvimiento mediático no habitual en los ambientes oficiales, Mariela Castro, además de militancia, aporta talento, temperamento y aroma de mujer a cambios que prometen. Allá nos vemos.

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