lunes, 17 de marzo de 2014

La cultura y la chusmería

Nuestro proceso revolucionario, por mucho que sea atacado por la derecha, la izquierda y los falsos ambidiestros, siempre resurgirá impoluto “por sus intenciones”: pero no solo de propósitos vive el hombre y mucho menos las sociedades.
Tengo ante mí un artículo de Miriam Celaya titulado “La chusmería: hija bastarda de la Revolución”, que logra llamar muy bien la atención sobre un hecho cotidiano al que muy pocos se han referido en los últimos tiempos: la falta de educación y buenos modales en las nuevas  generaciones.
Le faltó un detalle al artículo para mi gusto, y es no haber calificado tales actitudes como un reflejo de la deshumanización en esa juventud. ¿Y por qué nos deshumanizamos?
¿Qué ejemplo de buena conducta y de humanismo puede entronizar?:
. Jóvenes gritando paredón, paredón, paredón.
. Jóvenes apedreando y golpeando en 1980 o en 1994 a una parte de la población que decidió emigrar.
. Jóvenes que golpean a mujeres vestidas de blanco.
. Un joven de la Cruz Roja, que usa una camilla no para salvar, sino como arma de agresión contra alguien que grita libertad.
. Jóvenes que no saben qué es la democracia, que desde que nacen solo les enseñan el ordeno y mando, y que solo reciben información tamizada y masticada de su gobierno, se les prohíbe el acceso a la tecnología de la información moderna y, desde que tienen uso de razón, se les inculca que solo hay una verdad sobre la faz de la tierra: la del partido comunista cubano.

. Jóvenes que no tienen una educación integral dedicada a hacerlos pensar, y tienen profesores tan adolescentes e inmaduros como ellos.
. Jóvenes que no saben los índices de suicidio juvenil en su sociedad y mucho menos las causas de ese fenómeno.
. Jóvenes que solo han visto en sus  hogares la escasez, la madre y el padre sin tiempo que dedicarles, porque la subsistencia les roba el maldito día en trajines absurdos, y que nadie les explica esa realidad asfixiante que los rodea. Decía Balzac que la extrema desgracia destruye las creencias.
 Jóvenes que, desde que nacen, se les inculca que el estado es omnisciente y todopoderoso y que deben ser serviles a sus orientaciones.
Aquellos vientos nos trajeron estas tempestades. ¿De qué nos asombramos entonces? Creo que bastante bien estamos, que La Habana todavía no se ha convertido en uno de los barrios de Chicago, donde las pandillas juveniles van armadas por las calles.
Por último, les pido que piensen, ¿es culpa de los jóvenes?, ¿De quién es la culpa? Por favor, Elpidio, no sigas botando el sofá por el balcón y acaba de asumir tus miedos.
Y claro que es un problema sistémico, los viejos de hoy fueron los jóvenes de ayer y pasamos por los mismos momentos y, citando al autor anterior, recuerden que “llamar las inmundicias del corazón humano, yace en el fondo de las más grandes revoluciones políticas, sociales o domésticas”.
El otro artículo que tengo ante mí es de Iroel Sánchez, titulado “Coherencias”, y aborda temas culturales. Ahora la cultura se pone de moda, todos quieren hablar de cultura, están como el ladrón agarrado in fraganti con el guanajo en la mano:
--Y ese guanajo,
--¿Qué guanajo?
--Ese que llevas en la mano.
--¡Biiiicho!
Se pone de moda un viejo adagio que establece: juega con la cadena pero no con el mono. Ahora censuramos nuestros problemas culturales pero pocos mencionan al mono. ¡Qué incoherencia!
Solo huelga decir que se impone lo foráneo cuando lo autóctono está en crisis y sobre todo cuando negamos la modernidad y todo está prohibido. La cultura de la prohibición hace apetecible lo prohibido.
Censura Iroel los aspectos negativos que impone el cuentapropismo en Cuba, no tiene ni el valor de llamarlo por su nombre. Eso, Iroel, es capitalismo, y si  una instalación privada o estatal se llena con un espectáculo o música mediocre, es porque hay un público para ello o no hay otras opciones. Es mejor o más inteligente criticar las causas y no las consecuencias.
Afirma Iroel que “el dinero que no hay para producir buenos programas cubanos para niños sirve para inculcar un modelo de vida y consumo que la mayoría no podrá satisfacer ni en Cuba ni en ninguna parte”. Y,  me pregunto, ¿Quién es el propietario del canal? ¿Pumarejo? Pues a criticar a Pumarejo, hombre.
Yo le doy un espaldarazo a Iroel porque últimamente sus artículos son más completos, pero aún le falta subir el calibre del proyectil. Digamos, ahora viene a reconocer que en los Lineamientos Económicos y Sociales se trató muy marginalmente la educación, la salud, el deporte, la cultura y los medios de comunicación masiva.
Esto, amigo, es fiambre en periodismo, la izquierda democrática socialista y otros sectores de nuestra sociedad, ya desde antes de aprobarse pasaron por el tamiz los lineamientos y concluyeron sobre algo a lo que no has llegado todavía: los lineamientos no conducen al socialismo, así que bota esa biblia vieja y busca una más moderna.
Ahora Iroel se preocupa porque el humor en Cuba es mediocre. Le recuerdo el cuento de la hiena y Pepito. La profe explica que la hiena vive en lo más profundo de los bosques, se alimenta de carroña, hace el amor una vez al año y su rugido parece el de una risa. Pepito, preocupado, le pregunta: Profe, si la hiena vive en casa del carajo, se alimenta de porquerías y goza del sexo una vez al año, ¿de qué se ríe?
Iroel, te doy un dato importante. El 10 por ciento de la población cubana disfruta de los hoteles en divisas y supongo son los que van a disfrutar de los espectáculos en moneda dura. Usualmente los nuevos ricos ostentan una cultura que no poseen. El otro 90 por ciento está más interesado en subsistir que en reír. Un profesional con su salario usualmente tiende más a llorar que a morirse de risa.
Si quieres humor culto, al estilo inglés, oye al partido comunista cubano afirmar que los lineamientos nos conducen al socialismo, cada vez que lo oigo me desternillo de la risa.

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