miércoles, 3 de abril de 2013

Tristezas y Alegrías


Siempre viviré orgulloso de ser uno de esos pequeños héroes anónimos de las reformas migratorias, ahora es tiempo de luchar por otras cosas, apenas hemos comenzado.
Por la continuidad de un socialismo más pragmático, inclusivo y humano, por el bien de todo nuestro pueblo, aún quedan cosas por hacer, hagámoslas, al menos, no nos quedemos callados.    
Después de conversar con muchos de los cubanos que beneficiándose de las nuevas leyes han vuelto a la patria, he sabido de alegrías y tristezas. Por supuesto, me refiero a los que estando afuera se les había prohibido el derecho a regresar, finalmente muchos han viajado a la añorada Isla, incluso algunos después de veinte años, tiempo que penosamente equivaldría a la condena en prisión por un crimen muy grave, algunos llegaron a considerarse condenados al destierro, se conformaron para no enloquecer, otros me dijeron que ya iban tarde, sabían que apenas alcanzarían a ver una inscripción en una lámina de cemento, una cruz, un nombre y dos fechas. Los más afortunados fueron a abrazar y besar sus padres, también al bebe que recordaban en sus brazos y que se les había vuelto un hombre, o una mujer, hijos de entonces, padres de ahora, tal vez con el nieto entre los brazos revivieron llenos de nostalgias y alegrías aquel tiempo remoto del adios en el rencuentro, abrazando la nieta con los ojos fijos en los del hijo, llorando, riendo. 
Cubanos buenos allá o acá, que no envenenaron su corazón de odio, ni rencor, a pesar de lo sufrido, nos merecemos el éxito y lo necesitamos ahora, nunca será más luminoso el futuro si lo es el presente.
 

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