Se puede afirmar con toda seguridad que los negocios sucios de Rodrigo Rato, ex director gerente del Fondo Monetario Internacional y ex vicepresidente del gobierno español presidido por el derechista José María Aznar, eran un secreto a voces. La inmensa mayoría de la población y de las autoridades españolas conocían de las turbias andanzas de este señor que se convirtió por unos años en el cerebro del efímero llamado “milagro económico del Partido Popular”.
El también ex ministro de Economía y Hacienda y ex presidente de Bankia, fue acusado por la Fiscalía de Madrid de los delitos de fraude fiscal, alzamiento de bienes y blanqueo de capitales, y la pasada semana 15 policías de la Agencia tributaria registraron su domicilio y despacho profesional en el lujoso barrio de Salamanca donde decomisaron varias cajas con documentación y ordenadores.
Los registros continuaron en un bufete de Sotogrande, en San Roque (Cádiz), en el despacho de abogados Plaza y en el domicilio de un familia del ex político y entodos se requisaron documentos y ordenadores.
Tras ocho horas de registro, Rato quedó en libertad provisional a la espera de las investigaciones y posterior juicio.
La operación se produjo después que el ex alto funcionario del FMI se acogió a la amnistía fiscal aprobada por el ejecutivo de Mariano Rajoy en 2012, e inmediatamente pasó a formar parte de los 705 investigados por el Servicio Ejecutivo de Prevención y Blanqueo de Capitales (Sepblac).
Además a su causa se suman las imputaciones por dos procesos judiciales: la salida a bolsa de Bankia y el uso de las tarjetas black de Caja Madrid y de Bankia.
Medios de prensa españoles han informado que en los últimos seis meses, Rato viajó al menos en tres ocasiones a Suiza, la última en este mismo mes de abril. En diciembre de 2014, UPyD, que ejerce la acusación contra el ex presidente del Bankia por apropiación indebida, falsedad documental y administración desleal, solicitó prisión por riesgo de fuga para evitar que pusiera los “pies en polvorosa”.
Por el momento, la Fiscalía ordenó a todas las entidades financieras españolas el bloqueo de las cuentas corrientes, fondos de inversión y depósitos del implicado que tiene 78 cuentas de todo tipo en 13 bancos diferentes.
Según el diario español El País, todas las cuentas están a su nombre y por el informe al respecto aportado por la Fiscalía, se conoció que Rato trabaja con el grupo Santander (especialmente con el extinguido Banesto), Caixabank y Banco Sabadell.
El encartado admitió en declaraciones a ese diario que es titular de todas las sociedades que aparecen en el documento, entre estas la gestora de patrimonios Donald Inversiones, constituida como sicav, que son sociedades con ventajas fiscales, habitualmente utilizadas para los grandes patrimonios familiares.
Además de la sicav Donald, entre las sociedades citadas en el informe está El Manantial de Información SL, cuyo “objeto social es actividades profesionales, científicas y técnicas”. No tiene empleados y fue constituida en 2013, con un volumen de ventas de 38 373 euros, y un activo de 1,81 millones.
Otra entidad, Explotaciones Carabaña tiene la sede en el domicilio de Rato, en Madrid y desde 1999 se dedica a la producción de energía hidroeléctrica. En 2013 tuvo un beneficio de 170 533 euros pero el año anterior perdió 55 032 euros.
El monopolio con sede en la casa de Rato no se termina pues aparecen Rafi SL., cuyo “objeto social” es el alquiler de bienes inmobiliarios por cuenta propia con capital de 369 315 euros en 2012. Desactivada desde 2009 esta la Rafi Tealsa, dedicaba también a la gestión inmobiliaria.
Radanman Gestión 3, en 2013 perdió 171 573 euros, con unas ventas de 10 816 euros y un importante activo de 3,97 millones de euros
Por ultimo se halla Kradonara, filial de la empresa británica VivaWay con sede en Sotogrande (Cádiz). Se inició en 2001 y se dedicada la compraventa de bienes inmobiliarios por cuenta propia con solo un empleado, un activo de 5,3 millones, pero las ventas declaradas son de 360 000 euros y pérdidas de 60 000 euros en 2013.
Al final del mandato de José María Aznar (1996-2004), Rato acumuló todo el poder económico del país, formó su equipo cómo y con quién quiso, y situó al frente de las principales empresas y compañías privatizadas del país a buenos amigos.
Veamos su extenso andar
Rodrigo Rato nació en Madrid el 18 de marzo de 1949, fue ministro de Economía entre 1996 y 2004 y vicepresidente (2003-2004). Después, por su alianza con el presidente del PSOE, José Luís Rodríguez Zapatero, logró el cargo de director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) hasta su dimisión el 19 de junio de 2007 cuando alegó problemas personales. Dirigió el grupo financiero Bankia de 2010 a 2012.
En 1996, impulsó pactos que permitieron gobernar al Partido Popular (de Aznar) tras la victoria electoral obtenida por mayoría simple, y al ser nombrado ministro de Economía y Hacienda, llevó sus ansias neoliberales al extremo pues realizó la más profunda privatización de empresas públicas: Argentaria, Tabacalera, Telefónica, Endesa, y Repsol, entre otras.
La incomprensible renuncia de Rato en 2007, tuvo una aclaración en enero de 2011 cuando un informe interino del FMI efectuó una crítica a la actuación del organismo entre 2004 y 2007.
El informe puntualizó que la institución vivió en una burbuja de optimismo mientras se gestaba la mayor crisis financiera desde la Gran Depresión de 1929.
El documento citó deficiencias organizativas, batallas internas, falta de comunicación, sesgos analíticos, presiones políticas, autocensura, y falta de supervisión y control por parte de la dirección del FMI que impidieron prevenir la crisis que ya se abalanzaba.
La prepotencia de Rodrigo también se puso de manifiesto en sus presiones a los gobiernos de América Latina para que adoptaran recetas liberalizantes y que abrieran los recursos petroleros y energéticos a las compañías transnacionales para “resolver” los problemas económicos. Como jefe del FMI, llegó a Ecuador en febrero de 2005, en momentos que esa nación padecía enorme hambre y miseria para que el entonces gobierno tomara fuertes medidas de austeridad y de privatizaciones.
Innegablemente que era la encarnación de las profundas medidas neoliberales que llevaron a la debacle y la crisis a varios gobiernos dóciles de América Latina y de Europa Occidental, cuyo mayor ejemplo es España.
Rato, el todo poderoso político-empresario de cuello blanco, cayó en su propia ratonera. Esperemos que como piden millones de españoles, al fin se haga justicia.
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