Las notas de prensa dejan claro que es el bloqueo de EEUU el que impide los rodajes, siendo este una excepción: la película “pudo ser filmada en Cuba –leemos- porque el Departamento del Tesoro de Estados Unidos eliminó la mayoría de las restricciones del embargo que hubieran impedido el proyecto”.
Sin embargo, decenas de diarios que reproducían una nota de la agencia AP añadían otra razón: el cine de Hollywood no puede ser rodado en Cuba a “consecuencia de las malas relaciones que tienen los dos países”. Una magnífica forma de suavizar la responsabilidad de la Casa Blanca en un acto de verdadera censura cultural.
Con el mismo objetivo, el diario español El País añadía supuestos obstáculos del Gobierno cubano para rodar en el país. “Por primera vez –nos decía su corresponsal en Miami- el Gobierno de La Habana” habría accedido “a que algunos espacios vedados para el público fuesen usados como localizaciones”. Otros diarios, reproduciendo una crónica de The Hollywood Reporter, afirmaban que el equipo de rodaje “logró sortear algunas restricciones del gobierno de Cuba” y “accedió a que algunos espacios que estaban prohibidos para el público fueran usados como locaciones”. Un verdadero invento salido de la chistera de los prejuicios sobre Cuba. Porque recordemos que las localizaciones de la película son el Gran Teatro de La Habana o el Castillo del Morro, de completo uso público; el Museo de la Revolución o la Finca Vigía, ambos museos abiertos; la Universidad de La Habana, donde estudian miles de estudiantes de Cuba y de otros países; así como el hotel Ambos Mundos, la Bodeguita del Medio y el Floridita, centros turísticos por los que pasan, cada día, centenares de personas, cubanas y extranjeras. ¿Cuáles son entonces esas localizaciones “vedadas” o “prohibidas para el público” de las que hablan?
Pero las supuestas “prohibiciones” gubernamentales –el toque de misterio imprescindible en cualquier noticia sobre Cuba- no quedan ahí. La agencia AP y el diario El País nos dicen que la Finca Vigía, la casa habanera del escritor Ernest Hemingway, fue “convertida en museo por el Gobierno cubano, pero cerrada al público”, y que es una residencia a la que “no tienen acceso los turistas, que se deben conformar con mirar por las ventanas”. Una absoluta falsedad que puede ser comprobada por cualquier visitante, que puede recorrer esta casa-museo y contemplar algunas de las 23.000 piezas que contiene: embarcaciones, vehículos, manuscritos, obras de arte, mapas, armas, trofeos de caza, muebles, ropa y objetos de decoración. Como en todo museo del mundo, estos objetos delicados están protegidos, y algunas de las habitaciones deben ser contempladas desde los ventanales de la casa, pero a escasos centímetros.
Este museo, por cierto, se mantiene gracias a un convenio entre el Gobierno cubano y la Finca Vigía Foundation, una ONG estadounidense que, durante años estuvo denunciando que el bloqueo de EEUU le impedía transferir a Cuba los fondos necesarios para la restauración y conservación. Un detalle sobre el que estos medios, hoy preocupados en inventar disparates como la creación en Cuba de “museos cerrados al público”, jamás informaron.
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