Cuando la revolución empezaba a gatear –no habían pasado ni dos semanas desde la victoria del Primero de Enero--, el aparato propagandístico de Estados Unidos, principalmente a través de sus agencias cablegráficas AP y UPI, revistas como Life, Newsweek, US News and World Report y sus principales periódicos, montó toda una campaña internacional acusando a Fidel Castro y a otros dirigentes del proceso de convertir al país en un “baño de sangre” con los juicios de los tribunales revolucionarios y las sanciones de fusilamiento a un grupo de los más connotados criminales de guerra de la dictadura de Batista. Figuras del gobierno de Eisenhower y numerosos congresistas norteamericanos fueron fuentes para la injusta campaña contra Cuba.
Ante la magnitud que alcanzó tal campaña de desinformación sobre lo que realmente pasaba en Cuba, para intentar contrarrestarla, la Revolución, con el apoyo de las principales instituciones periodísticas existentes entonces, el Colegio de Periodistas y la Asociación de Reporters de La Habana, organizó lo que se conoció como Operación Verdad. Estando de visita en Pinar del Río, al concluir la Caravana de la Libertad, Fidel anunció la invitación a la prensa internacional. Se cursaron invitaciones a periodistas de Estados Unidos, América Latina y Europa para que se reunieran en La Habana y viesen, con sus propios ojos, el diluvio de mentiras y calumnias que los grandes medios de comunicación, agrupados en la Sociedad Interamericana de Prensa, publicaban a diario.
En la organización de esa acción de respuesta participaron, entre otros, Santiago Riera, quien vivió exiliado en Argentina; Jorge Quintana, decano del Colegio Nacional de Periodistas, que también acababa de regresar del exilio, y Mario Kuchilán, periodista de Prensa Libre y de la TV que fue torturado por Batista luego de los sucesos del Moncada. A ellos se sumaron Jorge Ricardo Masetti, periodista argentino que había estado en la Sierra Maestra y autor del libro “Los que luchan y los que lloran”, y quien una semana antes había retornado a Cuba viajando en el mismo avión que trajo a los padres de Che Guevara, y Carlos María Gutiérrez, un prestigioso periodista uruguayo que también había estado en la Sierra. También en la organización de la operación estuvo Baldomero Álvarez Ríos, periodista que había sido corresponsal de la revista norteamericana Visión en Cuba en los años de la dictadura y redactor del diario Información. Celia Sánchez, una de las heroínas de la Sierra Maestra, actuó como coordinadora de la acción.
En menos de 48 horas se organizó todo. Las embajadas de Cuba y la línea aérea Cubana de Aviación hicieron posible que 380 periodistas del continente aceptaran viajar a La Habana. Se hospedaron, en su mayoría, en las 240 habitaciones del hotel Havana Riviera, en Paseo y Malecón, donde también se crearon facilidades para la transmisión de las informaciones y el transporte de los periodistas. Se organizó, asimismo, un cuerpo de intérpretes. A su llegada a La Habana se entregó a cada periodista un portafolio con fotos sobre algunos de los asesinatos y torturas de la dictadura. También las ediciones especiales de Bohemia que contenían materiales que la censura no permitió publicar durante los siete años del régimen de Batista.
Periodistas de veinte importantes ciudades de Estados Unidos asistieron a la convocatoria, entre ellos Jules Dubois, del Chicago Tribune, y quien algún tiempo después pudo saberse que era coronel de la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
Invitados por el Gobierno Revolucionario participaron los representantes norteamericanos Adam Clayton Powell y Charles O. Porter, y también el senador puertorriqueño Juan Fronfrías, quien era además Presidente de la Asociación de Periodistas de ese país. Powell era un legislador negro de Harlem que había pedido que Estados Unidos reconociera al Gobierno Provisional de Cuba, se destituyese a Earl T. Smith como embajador por haber sido “un hombre pro Batista” y se otorgase una ayuda de emergencia a Cuba por 200 millones de dólares. Fue un destacado líder del movimiento de derechos civiles. Porter, quien fue congresista hasta 1961, exigía también respeto para Cuba y se pronunciaba por el ingreso de China en la ONU. Años después se opuso a la guerra de Viet Nam.
Otros medios enviaron representantes a Cuba, entre ellos la Broadcasting Corporation, Toronto Press, Miami News, Cincinnati Inquierer, Baltimore Sun, Washington Daily News, de Estados Unidos, London Daily Mail, de Londres, Jours de France, de París, Nacional, Novedades y Excelsior, de México, y El Mundo y El Imparcial, de Puerto Rico.
Representando a una revista de Caracas, donde entonces residía, estuvo un futuro premio Nobel de Literatura: el colombiano Gabriel García Márquez. Otro participante latinoamericano fue Carlos Martínez Moreno, narrador y periodista uruguayo, quien como resultado de su experiencia durante la Operación Verdad publicó su novela El Paredón, la cual fue una aproximación a la realidad cubana en los primeros años de revolución. Esta novela fue censurada en España, país donde Martínez Moreno, que integró el Frente Amplio y fue periodista de la revista Marcha, vivió exiliado. Este periodista falleció en México en 1986.
Tanto Fidel como el Che Guevara, que entonces era el Presidente del Tribunal de Apelaciones sobre los fallos dictados por los tribunales revolucionarios, concedieron varias entrevistas exclusivas a algunos de los periodistas participantes en la Operación. Fidel lo hizo desde la habitación 2324, de la suite Continental, del hotel Habana Hilton, donde se había radicado la Comandancia de la revolución, y el Che desde la fortaleza de la Cabaña, donde se había instalado desde su llegada a La Habana el 3 de enero. Objetivo fundamental de esos encuentros fue denunciar la campaña mediática sobre los juicios y fusilamientos de criminales de guerra en Cuba.
La Operación Verdad tuvo dos momentos clave: una concentración popular el 21 de enero en la Avenida de las Misiones, frente al antiguo Palacio Presidencial, y al día siguiente Fidel sostuvo un largo encuentro con los periodistas extranjeros y cubanos en el salón Copa Room del Habana Riviera.
JURADO DE UN MILLÓN DE PERSONAS
Un millón de personas asistieron a la concentración frente al antiguo Palacio Presidencial, el 21 de enero. En trenes y camiones se trasladaron a La Habana pobladores de Pinar del Río, Matanzas y otras regiones cercanas. Y eso llevó a Fidel a decir: “Esta concentración ha sobrepasado todos los cálculos…La multitud se extiende desde el Malecón hasta el parque de La Fraternidad. Podemos decir una cosa aquí: ¡no hay lugar en La Habana para reunir al pueblo que apoya la Revolución! Pasé por algunas calles de la ciudad antes de llegar aquí, y La Habana estaba desierta; no se veía un alma en cuadras y cuadras…”
Y luego expresó: “Los que creyeron que después de nuestras victorias militares nos iban a aplastar en el campo de la información, en el campo de la opinión pública, se han encontrado con que la Revolución Cubana sabe también pelear y ganar batallas en ese campo…”
“Este pueblo no es un pueblo bárbaro ni criminal. Es el pueblo más noble y sensible del mundo: si aquí se comete una injusticia, todo el pueblo estaría en contra de esa injusticia…Cuando todo el mundo ha estado de acuerdo con el castigo es porque el castigo es justo, es merecido”.
Y un momento inolvidable fue cuando Fidel, dirigiéndose a los periodistas del continente, dijo: “Imaginad un jurado de un millón de hombres y mujeres de todas las clases sociales, de todas las creencias religiosas, de todas las ideas políticas…Y voy a hacer una pregunta a ese jurado: Los que estén de acuerdo con la justicia que se está aplicando, los que estén de acuerdo con que los esbirros sean fusilados, que levanten la mano”.
Unánimemente la gigantesca multitud concentrada frente al Palacio Presidencial levantó sus manos, y Fidel expresó: “¡El jurado de un millón de cubanos de todas las ideas y de todas las clases sociales, ha votado!”
RAUL CASTRO, SEGUNDO JEFE
De otro asunto de interés habló Fidel en esa concentración: de que ya habían comenzado a lanzarse amenazas de muerte y a fraguarse planes de atentados contra él y otros dirigentes de la Revolución.
«Lo que voy a decir al pueblo de Cuba es que no tenga temor… es que las revoluciones no pueden depender de un hombre… es que las ideas justas no pueden depender de un hombre, y además que los líderes no nos podemos meter en una caja de caudales».
Continuó Fidel diciendo que sería invariable su determinación de desafiar todos los peligros, pasara lo que pasara, y advirtió a los enemigos de Cuba: «…asesinándome a mí no van más que a fortalecer la Revolución. Le voy a proponer a la dirección del Movimiento 26 de Julio que designe al compañero Raúl Castro como segundo jefe… Lo hago no porque sea mi hermano, que todo el mundo lo sabe, sino porque lo considero con cualidades suficientes para sustituirme en el caso de que yo muriera en esta lucha. Porque, además, es un compañero de firmes convicciones revolucionarias, que ha demostrado su capacidad en la lucha; que fue el que dirigió el ataque al Moncada, el II Frente Frank País, demostrando capacidad como organizador y como militar».
Tal propuesta fue acogida con una salva de aplausos. Fidel también consultó al millón de cubanos allí reunidos si aprobaban la designación de Raúl como segundo jefe de la Revolución, y un ¡SÍ! unánime y sostenido llenó el aire de la Avenida de las Misiones en aquel 21 de enero de 1959.
CONFERENCIA DE PRENSA EN EL HABANA RIVIERA
Al día siguiente, en el salón Copa Room del Habana Riviera, Fidel sostuvo un extenso encuentro con 380 periodistas extranjeros. El periódico Revolución, en su edición del 23 de enero, publicó en casi tres páginas (tamaño sábana) la versión taquigráfica de la conferencia de prensa, en la cual casi 50 de los periodistas formularon preguntas al líder de la Revolución.
“Aquí estamos, señores periodistas, para someternos al veredicto de la opinión pública del continente”. “Batista hubiera caído con una campaña como la que se hace contra la Revolución”. “La victoria no nos la dio nadie, sino el sacrificio”. Son algunos de los titulares del periódico Revolución sobre aquella histórica conferencia de prensa de Fidel.
A cada pregunta Fidel respondió con sólidos argumentos. Algo histórico: en esa conferencia de prensa se mencionó por vez primera la palabra bloqueo económico. Un periodista mexicano lanzó esta interrogante: “¿Cómo se defender Cuba en caso de que la campaña iniciada contra el país desemboque en un bloqueo económico?”. Y Fidel respondió así: “Nosotros no creemos que ese bloqueo vaya a ocurrir, porque sería una política en contradicción total con los intereses de los propios Estados Unidos, que serían los que tendrían que iniciar ese bloqueo… Además, en cuanto a la forma de hacerle frente a cualquier medida de tipo económico, cualquier bloqueo de tipo económico, creo que no hay más que una forma y es la disposición de sacrificio que tiene nuestro pueblo. Si esa circunstancia se presentara, ya verá usted como la afrontamos, porque el pueblo está decidido a afrontarla, y eso es lo importante.”
La historia de estos 55 años es el mejor testimonio del cumplimiento de esas palabras.
También en sus palabras iniciales a los periodistas, Fidel les dijo: “Nosotros no tenemos cables internacionales y a ustedes, los periodistas latinoamericanos, no les queda más remedio que aceptar lo que les diga el cable que no es latinoamericano. Si me permiten decir algo que considero tengo el derecho de decir, por cuanto afecta los intereses de mi patria, les digo que la prensa de América Latina debiera estar en posesión de medios que le permitan conocer la verdad y no ser víctimas de la mentira.”
No pocos de los periodistas que participaron en la Operación Verdad pudieron, al regresar a sus países, publicar en sus periódicos lo que vieron o escucharon en Cuba. Algunos quedaron cesanteados cuando insistieron ante los dueños de publicaciones. Pero todos, como nunca antes, se dieron cuenta de que la libertad de prensa en esencia no era otra cosa que libertad de empresa.
Y como un resultado concreto de la Operación Verdad pocos meses después nace en La Habana la agencia informativa latinoamericana Prensa Latina, organizada y dirigida por Jorge Ricardo Masetti. Algunos de sus participantes, entre ello Masetti, García Márquez y Carlos María Gutiérrez, figuraron entre los fundadores de la agencia latinoamericana que, desde sus días iniciales, debió enfrentar la permanente hostilidad y los obstáculos impuestos por la política imperialista. Cincuenta y cinco años después se mantiene enhiesta y dinámica, al igual que quien le dio vida, la Revolución cubana. Y desde hace algunos años, la acompañan TeleSur, creada por Hugo Chávez, y en varios países han nacido emisoras radiales, diarios y revistas, así como publicaciones digitales, que con profesionalidad defienden las causas justas de los pueblos y sus luchas por la independencia, la soberanía nacional, la autodeterminación, la justicia social y la paz con dignidad.
Como dijo Fidel en enero de 1959, somos capaces de pelear y vencer también en el campo de la información. La Operación Verdad fue el inicio del enfrentamiento a lo que hoy conocemos como guerra mediática. No importa el diluvio de mentiras de los enemigos de los pueblos. El paso de la verdad no podrá ser detenida, más aún si los periodistas y comunicadores lo hacemos con rigor profesional conjugando la objetividad, la precisión, lo ameno, lo interesante y lo útil, a la vez que con decisión y sin intimidarse por la manipulación y mentiras de los medios imperiales y sus lacayos. Muchos años después, Fidel dijo: “Si no se está dispuesto a desafiar los riesgos de cualquier tipo, los riesgos de agresión militar como los riesgos de su propaganda, no se puede dar respuesta adecuada al enemigo; intimidarse frente a la propaganda es como intimidarse frente a los fusiles del enemigo. No hay que tener miedo a nada”.
La Operación Verdad ha quedado inscripta como la primera batalla contra la desinformación. Sabemos que es una batalla larga. Aún la estamos dando y, paso a paso, la vamos ganando.
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