Una decisión inaplazable
Carta Abierta al Presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, de la Brigada de colaboradores cubanos en Namibia, IPF-MICONS
Señor
Barack Obama su llegada a la presidencia de los Estados Unidos llenó de
esperanza a muchos pueblos del mundo; el primer presidente afronorteamericano
de la historia de su país, sus orígenes, sus primeros trabajos en la comunidad,
su capacidad e inteligencia, su premio Nobel de la Paz, auguraban que se podrían
trocar muchas décadas de desaciertos gubernamentales.
La historia de mi país está marcada por esos yerros políticos de Norteamérica, con los cuales hemos tenido que convivir sufriendo en carne propia el hostil acoso durante décadas; la historia de estos años de Revolución es la sumatoria de pequeños fragmentos de las vidas de cada uno de sus habitantes, en incesante lucha por la supervivencia. Es el relato de la existencia de un pueblo que paga un precio muy alto por su independencia.
El deseo de servir al pueblo y rescatar intereses económicos vitales para la nación, tuvo una dura respuesta más allá de toda lógica. La sola enumeración de tales acciones lo corroboran: supresión de la cuota azucarera, rompimiento de relaciones diplomáticas, invasión mercenaria organizada por su país en Bahía de Cochinos y tantas acciones violentas llevadas a cabo y causantes de mucho dolor y angustia ciudadana.
Usted
no es responsable de tales acontecimientos. Aún no había nacido cuando
ocurrieron algunos de ellos. Contaba con sólo 6 meses de edad cuando, el 3 de
febrero de 1962, se impone formalmente el bloqueo norteamericano contra Cuba. El
bloqueo cuenta ya con 50 años, casi su edad, un triste récord mundial que sigue
creciendo, lamentablemente, aún en su mandato, a pesar del clamor de la Comunidad
Internacional a favor de su supresión definitiva y dos décadas de condena en
Naciones Unidas. Mis hijos, Yilena y Jandro, nacieron bajo la penitencia del
bloqueo, espero que mis nietos merezcan mejor suerte.
Las
imágenes de más de medio siglo de lucha nos llenan la memoria, ya sea a través de
los medios masivos de comunicación, nuestros padres, o por haber sido parte de
la historia misma. Cada cubano podría narrar sus recuerdos comunes, sólo cambian
los escenarios y los hechos.
En
mi heroica ciudad de Santiago de Cuba, de donde procedo, las vivencias son
parte de sus ciudadanos y reflejan sus huellas en todo su entramado urbano. El ataque
al Moncada, la liberación de la ciudad con la entrada de los rebeldes
encabezados por Fidel, la guerra sucia contrarrevolucionaria y tanto esfuerzo en
vano por mudar, algo que no puede ser cambiado, el deseo de ser verdaderamente
independientes.
Hermanos
de otras tierras del mundo que visitan Cuba, al conocer nuestras tradiciones de
lucha, comprenden que el patriotismo de los cubanos tiene profundas raíces
históricas. Más allá de su reciente cotidianidad, se impregna de las ideas de
José Martí, de la entrega sin límite de Carlos Manuel de Céspedes, de la
bravura de Antonio Maceo, la sabiduría militar de Máximo Gómez y, los
paradigmas de otros muchos patriotas, entre los que no faltan incluso, ciudadanos
de su querido país como Henry Reeve, joven norteamericano que, con sólo diecinueve
años de edad, cambió su tranquila vida de Brooklyn, para convertirse, a fuerza
de coraje y entrega a la causa emancipadora cubana, en general de brigada del Ejército
Libertador.
Nuestra
historia es algo más que una noticia en los diarios, es vivencia en la mente de
cada cubano. Recuerdo a mi madre, caminando a mi lado y apretando mi mano con
fuerza en busca de mi hermana; había motivos de preocupación, desde la bahía Santiaguera
se percibía las huellas de un atentado terrorista contra la refinería “Hermanos
Díaz”; o la charla en susurro de mis padres en el comedor de mi casa, cuando decían
cosas sin sentido para mí, misiles, bombas atómicas, movilizaciones, protección...
corría octubre de 1962 y, aun yo, no sabía que la humanidad corría el riesgo de
desaparecer.
Como
no recordar el 11 de septiembre con su carga de muerte de civiles inocentes en
su país y el claro apoyo de la comunidad mundial condenado tan abominable suceso
y respaldando las acciones necesarias para combatir el terrorismo… Pero no se
puede aceptar la existencia de un terrorismo malo y otro bueno, atentar contra
civiles inocentes es condenable en todos los casos, no importa el signo
político de quien lo ejecute.
Cinco
jóvenes cubanos, fueron encausados en Miami a través de un juicio lleno de
irregularidades y actualmente sufren prolongadas condenas, sólo por dedicar lo
mejor de sus vidas al noble propósito de proteger su pueblo de acciones
criminales y violentas contra nuestra nación y el pueblo de su propio país, víctima
también de numerosos actos de tal envergadura. El último, por sólo mencionar un
ejemplo, el incendio intencional de la oficina de la agencia Airline Brokers, por
el sólo hecho de haber transportado recientemente hacia Cuba 300 peregrinos con
motivo de la visita del papa Benedicto XVI.
En
muchos hogares del mundo el jolgorio invadirá el espacio familiar para
homenajear a los padres en su día; es un buen momento para pensar en aquellos
que estarán separados de sus hijos: René González Sehwerert, Ramón Labañino
Salazar, Antonio Guerrero Rodríguez y Fernando González Llort ó, en alguien que
no ha podido realizar su sueño de progenitor por estar cumpliendo el sagrado
deber con su Patria, Gerardo Hernández Nordelo. Ellos, sin dudas, tienen once
millones de padres e hijos, pues sólo defendían el derecho de todo un pueblo de
vivir en paz.
Señor
Presidente, usted puede reparar la injusticia cometida, no ignoramos los
obstáculos a vencer, sabemos que el tema cubano se ha convertido en un tópico
de la política doméstica del influyente Estado de la Florida, pero sólo piense
en estas palabras de José Martí…"Aplazar no es nunca decidir".
Respetuosamente,
Arquitecto José
Alberto Zayas, uno de los más de 5 mil cubanos que ayudan solidariamente a los
pueblos de África, en nombre de la Brigada IPF-MICONS de colaboradores en Namibia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario