lunes, 9 de diciembre de 2013

Participar, uno de nuestros derechos humanos

Tomado del Periódico Granma
No se puede hablar de democracia en ninguna latitud, si ella no significa participación social. Justamente ese constituye uno de los principales derechos de los seres humanos, entre otras cosas, porque sobran los ejemplos en la historia de la humanidad que dan fe de cuán lejos están los criterios de las grandes masas, de las políticas que se aplican.
Por eso en una sociedad como la nuestra, la participación, además de derecho, ha de convertirse en poderosa defensa contra todos los males que hemos identificado como más poderosos que las armas enemigas, entiéndase ilegalidades, corrupción, desidia, pérdida de valores.
Si los trabajadores saben los destinos de la producción, si conocen los gastos de su entidad, si tienen adecuadas relaciones de pago acorde con sus resultados, difícilmente en esa empresa o unidad presupuestada exista el robo o descuido con los bienes producidos.
En la economía, que para los cubanos es hoy la batalla política principal, se ha partido de ese imprescindible presupuesto. La actualización del modelo económico, cuya plataforma es la implementación gradual de los Lineamientos aprobados en el Sexto Congreso del Partido, tuvo en esa participación de la sociedad su piedra angular.
Cada uno de los postulados de esa política pasó por las cuadras, centros estudiantiles, fábricas, por intelectuales y científicos, militares, amas de casa. Y el principio fue que aunque un planteamiento fuera el único en toda la nación, se tendría en cuenta. Resultado: participaron ocho millones 913 mil 838 cubanos y cubanas, en 163 mil 79 reuniones. En esa gran ágora, del proyecto inicial de 291 enunciados, solo se mantuvieron 94, fueron modificados 181 y se incorporaron 36. Luego, en la tercera etapa, ya en el Congreso, fueron agregados por los delegados, dos más para llegar a 313.
Cuba entera los escribió y toda ella ha venido gradualmente implementándolos. Acorde con los criterios vertidos, lo que llamamos actualización tiene principios básicos, precisamente los que han distinguido a la obra de la Revolución, sus valores esencialmente humanos.
La elevación del nivel de vida de la población, la máxima de distribución socialista de cada cual según su capacidad a cada cual según su trabajo; igualdad de derechos y oportunidades, no igualitarismo, y el principio base de la Revolución: en la sociedad socialista cubana nadie quedará desamparado, son los pilares donde se asienta nuestra actualización.
Acaba de culminar otro proceso participativo y en consecuencia, humanista. Los trabajadores han debatido el anteproyecto de Ley del Código de Trabajo, y hecho sustanciales aportes, mediante más de 80 mil planteamientos. El país se convirtió en un gran sindicato, la democracia laboral se engrandeció y con ella el derecho de cada uno a señalar, proponer, modificar o sustraer cualquiera de las propuestas del contenido, que con la validación de esas intervenciones irá a la Asamblea Nacional del Poder Popular para su aprobación como cuerpo legislativo.
Queda mucho por hacer en el terreno de la economía. La sociedad juzga con agudeza y con razón cada salida al agromercado o algún otro centro comercial, porque el bolsillo no da para más que lo necesario; cuando va en busca de un transporte y no alcanza a llegar a tiempo a su destino. No pocos quisieran que la implementación de los Lineamientos fuera más rápida.
Pero también resta bastante en ese derecho que tenemos todos de participar, el cual hay que exigirlo con fuerza para que no se escamoteen los esfuerzos de todos, para alcanzar los pilares de la actualización, que son, en definitiva, nuestras aspiraciones y derechos.

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