martes, 29 de julio de 2014

Tope Cuba-USA: Una mirada al triunfo cubano

Por Ray Otero. Tomado de BaseballdeCuba.com

Concluyó la serie USA-Cuba 2014, la número 13 de 1987 a la fecha, y la tercera
en línea desde la reanudación de las mismas en el verano de 2012. A diferencia del pasado año, esta vez los cubanos, con un elenco completamente diferente, pudieron borrar la pálida imagen del 2013 y “vengaron” las cinco derrotas en territorio norteamericano, con la misma cantidad de triunfos en igual número de salidas ahora en tierras cubanas.
Para la afición fue reconfortante, pero al final significó solo el inicio de una largo camino que en tiempos actuales tiene a todos enfocados en el Clásico Mundial 2017. Pese a esto, si algo quedó demostrado en esta serie y en referencia al elenco nacional, es que nuestros peloteros necesitan oportunidades por igual a cualquier nivel de juego, pues solo eso los hará crecer aún más como competidores y les dará la maestría para ganar a otros niveles. 
Pero no nos dejemos engañar. No quiero ser para nada crítico de la selección cubana llevada a este tope, pues a fin de cuentas compitieron contra el rival que no pusieron ellos, jugaron a gran nivel y al final consiguieron lo más importante para la afición y ellos mismos, el resultado, pero pese a esto hay factores que necesitan ser observados. 

Poco antes de iniciarse el tope ante los universitarios norteamericanos, escribí un artículo que hacía referencia al elenco del país vecino y que nos visitaba por estos días. Dos cosas para mi estaban claras, primero que no era el mejor conjunto que los norteños podían armar para lides como esta, considerando el talento que poseen en el sistema universitario del país y sobre todo por la ausencia de muchos de sus mejores prospectos de cara al béisbol profesional en esa nación. Segundo, porque con excepción de su pitcheo, que había lucido muy bien principalmente durante el Torneo de la Semana Beisbolera de Haarlem, su ofensiva se mostraba muy escasa y con solo la excepción de tres o cuatro figuras, el conjunto no mostraba mucho en esta área. 
Al final sería esta, la ofensiva, combinada con una pobre defensa, las claves en las derrotas norteñas. Tres partidos perdidos por margen de una carrera – Juego 1 (4-3), Juego 3 (2-1) y Juego 5 (1-0) – no mostraban clara superioridad de los cubanos, pero otros como el 5-0 y el 7-3 de los juegos 2 y 4, respectivamente, anticiparon a la afición que esta vez la competitividad no era la esperada y por ahí se escapó desde el interés del público hasta el de los “scouts” asiáticos que rondaron esta serie en busca de ver el talento joven de ambas escuadras. 
El mentor norteño Van Horn no dio justificaciones a las cinco derrotas de su elenco, pero si mencionó como posibles causas, primero quizás el cansancio y rigor de varios partidos internacionales para un elenco que apenas rebasa los 20 años de edad y segundo el brusco cambio del uso del bate de aluminio al de madera, que bien pudo haber hecho mucho más “pesado” el mismo, a medida que se acumulaban veces ofensivas a un mayor nivel de competitividad. 
Sea una causa o la otra, lo cierto es que para mi una de las manchas de la serie y una de las mayores preocupaciones para el béisbol cubano actual, fue la falta de público a los enfrentamientos entre estos dos históricos rivales sin importar la plantilla, algo que jamás había sucedido en series como esta y que de paso tomó de sorpresa hasta a los mismos jugadores norteamericanos, los cuales vía Twitter no dejaban de mostrar la espectativa de jugar frente aficiones cercanas a los 20,000 espectadores. 
Por la parte cubana, todos sabemos estos choques resultaban vitales para dar una imagen diferente del elenco mayor de Cuba, sobre todo en lo que resultaba su primera salida después de la vergonzosa actuación del Villa Clara en el regreso de Cuba a la Serie del Caribe, sobre el mes de febrero de este propio año. 
Podemos volver a revisar la conformación de la nómina criolla y veremos que es cierto tuvo puntos positivos en diferentes áreas, pero a mi entender el más importante de todos fue el llevar a esta serie un “staff” de lanzadores que tuvo un promedio de edad de 22.2 años y en donde destacan la presencia de cuatro hombres por debajo de los 21 años, otros cuatro por debajo de los 24 y solo dos con 24 y 25 años, respectivamente, que al final y en general, representan parte del futuro de Cuba en esta área, si tenemos en cuenta que en otros tres años, todos estos talentosos lanzadores deben estar con mayor madurez y listos para retos mayores. 
De ellos y en términos individuales, pues no podemos dejar de mencionar quien ya no es una promesa sino toda una realidad del béisbol cubano, el derecho camagüeyano Norge Luis Ruíz, quien no volvió a defraudar a entendidos y afición, y a quien el béisbol de la isla ya parece quedarle pequeño. 
Junto a él esta vez también hay que señalar cuatro promisorios brazos en el derecho holguinero Yaisel Sierra, abridor del último triunfo de Cuba y de par de relevos importantes, el zurdo Julio A. Martínez, consagrándose cada día más en el rol de abridor y con aún un mundo por aprender en la bola, el también zurdo Yoanni Yera, posiblemente el lanzador más sorprendente del período 2013-2014 y quien más avanzó en el mismo y el derecho de solo 19 años, Vlaldimir Gutiérres, con mucho talento, pero sobre todo con deseos de llegar lejos en este deporte. 
Del resto podríamos hablar de manera encomiable también, sobre todo después de esta serie, pero estos cuatro muchachos, los cuales como promedio no rebasan los 21 años de edad, fueron los que mejor se mostraron ante los norteamericanos y prueba de esto está que entre ellos archivaron cuatro de los cinco triunfos de Cuba y además dos salvamentos. 
Otra cara mostró nuestra ofensiva durante la serie completa. Ni los técnicos fueron capaces de exponer a todas las figuras jóvenes que debían aparecer aquí, ni tampoco los que vinieron cumplieron con lo esperado en todos los renglones ofensivos del juego, con la salvedad de algunas individualidades. 
El Tope queda claro había que ganarlo, pero mientras el pitcheo se agrupaba con nombres que promediaban los 22 años de edad, el bateo solo exhibía a dos candidatos por debajo de los 23 años en los prometedores Luis Yander la O. (22) de Santiago de Cuba y Guillermo Avilés (21) de Granma. Ambos cumplieron con sus roles asignados y es hora de tenerlos más en cuenta. Del resto, con la excepción de dos como el receptor de 24 años Lorenzo Quintana, el torpedero Luis A. Valdés de 25 y el jardinero de 23 años, el matancero Guillermo Heredia, dejaba mucho que desear en términos de desarrollo, pero además incluía consagrados del elenco principal de Cuba como el receptor Frank C. Morejón y el segunda base José M. Fernández. Un hombre al final fue el que llevó el peso ofensivo de los cubanos, resultó el jardinero matancero Yadiel Hernández. Pese a no exhibir el poder ofensivo que muestra en Cuba, Hernández fue pieza clave de algunos triunfos de Cuba – incluyendo el final – mostrando números de .333/.500/.400 y un total de 5 empujadas, de ellas 4 para la victoria. Junto a él, otro matancero, Guillermo Heredia (.300/.417/.600) y el granmense Guillermo Avilés (.444/.444/.556) con tres remolques, resultaron lo mejor de Cuba madero en ristre. 
En una serie muy bien jugada por Cuba en todos los aspectos y pese a la victoria, una interrogante llenó a toda la afición de preocupación, y fue la ausencia de poder ofensivo de nuestros bateadores. Durante la serie amistosa ningún bateador del elenco cubano fue capaz de salvar la honrilla con un batazo de cuatro esquinas, y aunque el conjunto basaba su juego principalmente en la rapidez, todos sabemos muy poco se puede hacer en el béisbol moderno sin esos catalizadores ofensivos que produzcan de esa manera cuando el elenco lo necesita y que sean capaces de cambiar la decoración de cualquier choque en fracción de segundos, esto es una realidad. 
Para muchos, las causas son harto conocidas. La respuesta directa resultará la simple pérdida en menos de cinco años de, por solo citar algunos ejemplos, hombres como el granmense Yoenis Céspedes, el cienfueguero José D. Abreu y más recientemente el capitalino Yasmani Tomás. Pero si tenemos en cuenta que la pasada temporada cubana el líder en cuadrangulares de la misma, el industrialista Yulieski Gourriel, lo hizo con una cuota de solo 16 batazos – la marca más baja en 15 años desde que en la 39 Serie Nacional (1999-2000) el capitalino Iván Correa disparara solo 10 batazos de vuelta completa, pero con el asterisco del brusco cambio de bate del aluminio a la madera -, pues rápidamente nos daremos cuenta que este resulta un problema a enfrentar desde ya. 
Al final, uno de los mayores logros de la dirección del Cuba fue el de darle un sentido de colectivismo al elenco sin mostrar grandes estrellas que crearan separación entre jugadores. No resultaba este un equipo de los Linares, Pacheco o Kindelán del pasado, o de los Gourriel, Cepeda, Abreu o Lazo del presente, eran solo muchachos – sobre todo en el pitcheo - que buscaban incluír su nombre entre los “grandes” del país y que junto a figuras algo más consagradas lograron una gran compenetración y espíritu de victoria recientemente bien desaparecido en nuestras escuadras nacionales. 
Para el mentor Alfonso Urquiola resultó este un reconfortante triunfo, después de su salida abrupta del elenco nacional en el 2011. Urquiola supo cumplir con lo que esperaba – o quizás no - una exigente afición y el objetivo trazado creo fue sobrecumplido. Con el triunfo, además, para muchos hace inclinar cada vez más el favoritismo del pinareño como único manager de la escuadra nacional cubana y pese a que la Comisión Nacional de la isla siga pensando que no. 
A modo de resúmen para mi lo mejor de todo fue exponer a un elenco diferente – pese a la veteranía en el área ofensiva ante jóvenes universitarios como los norteños – ante conjuntos – sobre todo estos - que por mucho currículum que traigan, no pueden acercarse en muchos factores a los cubanos en términos de experiencia de juego. 
Pese a que solo estamos en el mes de julio y la nueva temporada cubana comienza en poco menos de dos meses, en términos beisboleros el triunfo en esta serie constituye un aliciente para la afición, la cual sabe mucho lloverá de aquí a finales de este 2014, pero la cual espera muchos más cambios en el béisbol de la isla, para bien del deporte nacional cubano. 

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