viernes, 15 de junio de 2012

A propósito del Día de los Padres

Una decisión inaplazable

Carta Abierta al Presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, de la Brigada  de colaboradores cubanos en Namibia, IPF-MICONS
Señor Barack Obama su llegada a la presidencia de los Estados Unidos llenó de esperanza a muchos pueblos del mundo; el primer presidente afronorteamericano de la historia de su país, sus orígenes, sus primeros trabajos en la comunidad, su capacidad e inteligencia, su premio Nobel de la Paz, auguraban que se podrían trocar muchas décadas de desaciertos gubernamentales.

La historia de mi país está marcada por esos yerros políticos de Norteamérica, con los cuales hemos tenido que convivir sufriendo en carne propia el hostil acoso durante décadas; la historia de estos años de Revolución es la sumatoria de pequeños fragmentos de las vidas de cada uno de sus habitantes, en incesante lucha por la supervivencia. Es el relato de la existencia de un pueblo que paga un precio muy alto por su independencia.

El deseo de servir al pueblo y rescatar intereses económicos vitales para la nación, tuvo una dura respuesta más allá de toda lógica. La sola enumeración de tales acciones lo corroboran: supresión de la cuota azucarera, rompimiento de relaciones diplomáticas, invasión mercenaria organizada por su país en Bahía de Cochinos y tantas acciones violentas llevadas a cabo y causantes de mucho dolor y angustia ciudadana.


Usted no es responsable de tales acontecimientos. Aún no había nacido cuando ocurrieron algunos de ellos. Contaba con sólo 6 meses de edad cuando, el 3 de febrero de 1962, se impone formalmente el bloqueo norteamericano contra Cuba. El bloqueo cuenta ya con 50 años, casi su edad, un triste récord mundial que sigue creciendo, lamentablemente, aún en su mandato, a pesar del clamor de la Comunidad Internacional a favor de su supresión definitiva y dos décadas de condena en Naciones Unidas. Mis hijos, Yilena y Jandro, nacieron bajo la penitencia del bloqueo, espero que mis nietos merezcan mejor suerte.

Las imágenes de más de medio siglo de lucha nos llenan la memoria, ya sea a través de los medios masivos de comunicación, nuestros padres, o por haber sido parte de la historia misma. Cada cubano podría narrar sus recuerdos comunes, sólo cambian los escenarios y los hechos.

En mi heroica ciudad de Santiago de Cuba, de donde procedo, las vivencias son parte de sus ciudadanos y reflejan sus huellas en todo su entramado urbano. El ataque al Moncada, la liberación de la ciudad con la entrada de los rebeldes encabezados por Fidel, la guerra sucia contrarrevolucionaria y tanto esfuerzo en vano por mudar, algo que no puede ser cambiado, el deseo de ser verdaderamente independientes.

Hermanos de otras tierras del mundo que visitan Cuba, al conocer nuestras tradiciones de lucha, comprenden que el patriotismo de los cubanos tiene profundas raíces históricas. Más allá de su reciente cotidianidad, se impregna de las ideas de José Martí, de la entrega sin límite de Carlos Manuel de Céspedes, de la bravura de Antonio Maceo, la sabiduría militar de Máximo Gómez y, los paradigmas de otros muchos patriotas, entre los que no faltan incluso, ciudadanos de su querido país como Henry Reeve, joven norteamericano que, con sólo diecinueve años de edad, cambió su tranquila vida de Brooklyn, para convertirse, a fuerza de coraje y entrega a la causa emancipadora cubana, en general de brigada del Ejército Libertador.

Nuestra historia es algo más que una noticia en los diarios, es vivencia en la mente de cada cubano. Recuerdo a mi madre, caminando a mi lado y apretando mi mano con fuerza en busca de mi hermana; había motivos de preocupación, desde la bahía Santiaguera se percibía las huellas de un atentado terrorista contra la refinería “Hermanos Díaz”; o la charla en susurro de mis padres en el comedor de mi casa, cuando decían cosas sin sentido para mí, misiles, bombas atómicas, movilizaciones, protección... corría octubre de 1962 y, aun yo, no sabía que la humanidad corría el riesgo de desaparecer.

 ¿Qué puede hacer un pueblo hostigado cada día, cada hora, cada minuto, en su tranquila labor creadora?, sólo le queda cumplir con el sagrado deber de defenderse.

Como no recordar el 11 de septiembre con su carga de muerte de civiles inocentes en su país y el claro apoyo de la comunidad mundial condenado tan abominable suceso y respaldando las acciones necesarias para combatir el terrorismo… Pero no se puede aceptar la existencia de un terrorismo malo y otro bueno, atentar contra civiles inocentes es condenable en todos los casos, no importa el signo político de quien lo ejecute.

Cinco jóvenes cubanos, fueron encausados en Miami a través de un juicio lleno de irregularidades y actualmente sufren prolongadas condenas, sólo por dedicar lo mejor de sus vidas al noble propósito de proteger su pueblo de acciones criminales y violentas contra nuestra nación y el pueblo de su propio país, víctima también de numerosos actos de tal envergadura. El último, por sólo mencionar un ejemplo, el incendio intencional de la oficina de la agencia Airline Brokers, por el sólo hecho de haber transportado recientemente hacia Cuba 300 peregrinos con motivo de la visita del papa Benedicto XVI.

En muchos hogares del mundo el jolgorio invadirá el espacio familiar para homenajear a los padres en su día; es un buen momento para pensar en aquellos que estarán separados de sus hijos: René González Sehwerert, Ramón Labañino Salazar, Antonio Guerrero Rodríguez y Fernando González Llort ó, en alguien que no ha podido realizar su sueño de progenitor por estar cumpliendo el sagrado deber con su Patria, Gerardo Hernández Nordelo. Ellos, sin dudas, tienen once millones de padres e hijos, pues sólo defendían el derecho de todo un pueblo de vivir en paz.

Señor Presidente, usted puede reparar la injusticia cometida, no ignoramos los obstáculos a vencer, sabemos que el tema cubano se ha convertido en un tópico de la política doméstica del influyente Estado de la Florida, pero sólo piense en estas palabras de José Martí…"Aplazar no es nunca decidir".

Respetuosamente,

Arquitecto José Alberto Zayas, uno de los más de 5 mil cubanos que ayudan solidariamente a los pueblos de África, en nombre de la Brigada IPF-MICONS de colaboradores en Namibia.

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