lunes, 21 de mayo de 2012

Retrato martiano del legendario Camagüey

Tomado del Portal cubano en la Web: "José Martí"

Estudiosos de la obra de José Martí atestiguan que aunque nunca vivió ni visitó la antigua villa cubana de Santa María del Puerto del Príncipe, hoy Camagüey, esta región estuvo para él muy presente.

El escritor e investigador cubano Luis Álvarez afirma que los textos martianos hoy día dan lección del pasado fecundo de esta casi medio milenaria ciudad del oriente de Cuba y hacen resurgir a muchos de los hombres y mujeres que en ella vivieron.
Una indagación encauzada por Álvarez, junto al desaparecido historiador Gustavo Sed, corroboran que Camagüey resulta, de diversos modos, un terruño privilegiado en el trabajo del ilustre patriota revolucionario (1853-1895), Héroe Nacional de Cuba.
Ni siquiera La Habana, Santiago de Cuba, ni Matanzas tienen en la obra de Martí una descripción tan emotiva y gallarda, asegura el letrado cubano.
La imagen sobre el Puerto Príncipe que el revolucionario e intelectual cubano advierte en su obra es conformada por sus largos y variadísimos contactos con la gente, apunta el ensayista de fecundos estudios sobre el poeta, cuya proyección universal rebasó las fronteras de la época en que vivió convirtiéndose en el más grande pensador político hispanoamericano del siglo XIX.
Añade Álvarez que más de un centenar de camagüeyanos fueron sus amigos como, por ejemplo, Enrique Loynaz del Castillo, autor del Himno Invasor, destacado militar independentista y padre de la famosa escritora Dulce María Loynaz.
A través de la obra martiana, argumenta, puede reconstruirse la vida, compleja y bullente, de aquellos camagüeyanos que hicieron tanto para alcanzar la independencia de Cuba y que, por otra parte, se destacaron en las ciencias, las artes y la naciente cultura de la isla.
Puntualiza que desde que el joven Martí estaba preso en las canteras de San Lázaro (1870) -hoy el Museo Fragua Martiana y su Rincón Martiano- ya Juan de Dios Socarrás, un viejo esclavo preso como él por apoyar a los independentistas, le hablaba con detalle de Puerto Príncipe, de sus familias, de su historia.
También la madre de su entrañable amigo Fermín Valdés Domínguez, la camagüeyana Mercedes Quintanó, reforzó en el maestro el perfil de Camagüey, unos 550 kilómetros al Este de La Habana.
Este, sin dudas, fue alimentado además por su esposa Carmen Zayas-Bazán, camagüeyana a quien lo unió una fuerte pasión.
En el exilio, Martí estuvo rodeado asimismo de camagüeyanos.
Álvarez señala que una de las personalidades principeñas de mayor fuste en la vida de Martí, desterrado a España en 1871, fue José Calixto Bernal, quien había publicado su obra Vindicación. Cuestión de Cuba, la cual causó gran impresión en determinados círculos y, en particular, entre los emigrados cubanos y en Martí.
Quizás, comenta en su artículo "Camagüey en la obra martiana", publicado en la revista Senderos, Martí debió haber encontrado múltiples resonancias entre la Vindicación de Bernal y sus propios puntos de vista.
En dicha obra implícitamente Bernal con solidez polemiza para derribar uno a uno los argumentos calumniosos o tergiversadores de una propaganda anticubana.
Más de 120 camagüeyanos son mencionados en sus Obras Completas, cita el investigador.
Hay presencia de variadísimas profesiones: el periodista y la actriz, el poeta, el general, el ganadero, el ensayista, la madre de familia, el comerciante, el médico y el ingeniero.
Muy presente está la figura del prócer camagüeyano de las guerras de independencia Ignacio Agramonte, así como una serie de hombres humildes que también se entregaron al proyecto cubano de una patria libre e independiente.
A lo largo de su obra, Martí brinda una serie de retratos, alusiones y comentarios de camagüeyanos como Elvira Adán y Betancourt de Molina, mambisa, esposa de Juan Molina Adán, regidor de Camujiro, asesinado por los españoles.
También a Leocadia Adán y Betancourt, madre de mambises que colaboraron en distintas funciones revolucionarias en la emigración y que fueron miembros activos del Partido Revolucionario Cubano.
Y asimismo Eduardo Agramonte Piña, una de las figuras más nobles y destacadas entre los próceres que combatieron en la Guerra de los Diez Años (1868-1878).
De igual forma menciona a Frank Agramonte y Agramonte, revolucionario que tuvo una activa vida política en la emigración en los Estados Unidos y fue colaborador del general Antonio Maceo y las patriotas Manuela (Lica) Agramonte y Zayas de Agramonte.
Lica era respetada por Martí por sus ideas acerca de la mujer y de cómo debía ser la educación femenina.
Además, alude al prestigioso médico Arístedes Luciano, quien fue el primer cubano que estuvo a punto de ser propuesto al Premio Nobel de Medicina, los tabaqueros Diego y Gaspar Agüero, condenados a pena de muerte; Augusto
Arango, José de Armas y Céspedes, Juan Ignacio de Armas y Céspedes e Isabel Aróstegui de Quesada, entre muchos otros.
En su obra Martí recoge una sola receta de cocina: la del pan patato del municipio camagüeyano de Sibanicú, a unos 600 kilómetros de la capital cubana, lo cual demuestra sus indagaciones por saber qué comían los mambises en Camagüey.
Al respecto escribió: "Pan-patato: rallaban el boniato cocido, lo mezclaban con calabaza, o yuca, u otra vianda, o coco rallado; -y luego le echaban miel de abejas, o azúcar, y manteca. Lo cocinaban en cacerolas de manteca rodeados de calor. -Servía para cuatro o seis días. -Así aprovechaban el boniato malo."
Afirma el estudioso que lo hizo porque quizás formaba parte de su proyecto, no terminado nunca al parecer, de escribir una historia de la Guerra de los Diez Años, también conocida como Guerra de Cuba (en España) o Guerra Grande, la primera contienda por la independencia cubana contra el colonialismo español.
Señala además que en los fragmentos contenidos en el tomo 22 de las Obras Completas, de los que se suponen corresponden a un período comprendido entre 1885 y 1895, aparecen noticias de singular interés sobre cómo los mambises en esta región cubana se procuraban, por ejemplo, su vestimenta.
Consiga Martí: "En Camagüey hilaban el algodón silvestre, lo tejían y hacían frazadas y sogas".
En esa búsqueda de datos sobre el modo concreto de vida de los mambises camagüeyanos Martí, refiere asimismo costumbres de hospitalidad: "En Camagüey, la familia obsequiaba a sus visitantes con vino de naranja".
Absorbido por la historia de la Guerra Grande, asienta Álvarez, la Asamblea Constituyente de Guáimaro (1869), en la localidad del mismo nombre en Camagüey y la primera en la historia de Cuba, se convirtió en símbolo y pasión para Martí, palpable en sus obras.
En su artículo "El 10 de abril", publicado en el periódico Patria el 10 de abril de 1892, evoca de manera ideal y líricamente a este poblado cubano:
"Más bella es la naturaleza cuando la luz del mundo crece con la de la libertad / Guáimaro libre nunca estuvo más hermosa que en los días en que iba a entrar en la gloria y el sacrificio / Guáimaro, con sus casas de lujo, de calicanto todas, y de grandes portales, que en calles rectas y anchas caían de la plaza espaciosa a la pobreza pintoresca de los suburbios / Las familias de los héroes, anhelosas de verlos, venían adonde su heroísmo, por ponerse en la ley, iba a ser mayor
"El 10 de abril", afirma, constituye uno de los momentos más altos de la prosa del gran periodista Martí.
Durante su esforzada preparación de la Guerra de independencia del 95, Martí siempre concedió a Camagüey importancia especial, desde donde aspiraba lograr un apoyo más firme en los jóvenes. En carta a Máximo Gómez subrayó:
“ni al Camagüey ni a ninguna otra comarca, pero sobre todo al Camagüey, la dejaremos de la mano: hombre por hombre se sentirán agasajados, llamados, suavemente empujados, sin que en detalle alguno, ni siquiera en el de la forma que quieran dar a su organización local, puedan creerse víctimas de la menor intrusión directa o indirecta () Nada se le escapó de la realidad cultural del Camagüey del siglo XIX, ni siquiera los hallazgos arqueológicos que, desde entonces hasta el momento presente, han sido fuente constante de sorpresas, subraya el investigador cubano.
Destaca uno de los momentos más emocionantes de las referencias martianas a Puerto Príncipe, publicada el 28 de enero de 1893, cuando trasmite la imagen de un pueblo a la vez de trabajadores y de hombres cultos, lo cual hacía pensar que "es liceo el pueblo entero", es decir, que toda la antigua ciudad era como una universidad.
Lo escrito por José Martí sobre Camagüey es hoy, de cierta manera, una enseñanza de la presencia cultural de esta legendaria ciudad.

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