Pinar se va a la Serie del Caribe, pero igual puede vestir de azul y rojo y decir “Cuba” en la casaca.
Puede incluso ganar finalmente el trofeo de campeón, y en el terreno acaso no haya un solo pelotero oriundo de esa tierra de tabaco y gente buena.
Puede incluso ganar finalmente el trofeo de campeón, y en el terreno acaso no haya un solo pelotero oriundo de esa tierra de tabaco y gente buena.
Yo acabo de regresar de donde los campeones, y doy fe de que los pinareños están descontentos con la decisión de reforzar hasta los dientes al equipo. Vi sostener ese criterio en la peña
del Fajardo provincial, y en el parque Colón, y en las tribunas del Capitán San Luis…
Ellos querían –seguramente habían soñado con- ver a sus ídolos en Puerto Rico; esto es, a Luis Alberto combinado con Castillo y Saavedra para el doble play, o a Donal asumiendo la misión medular en el line up. Sin embargo, esas cosas no van a suceder.
Cuba optó por asistir con el team Cuba a un torneo de clubes –que no de selecciones-, y ahora tiene la exigente, exclusiva misión de ganar o ganar. Si pierde el campeonato, no faltarán la burla y el desdén. Y lo peor: si triunfa, la victoria no tendrá visos de heroicidad.
Dejemos algo en claro por enésima vez desde el año pasado: nuestros contrarios en la Serie del Caribe no refuerzan sus rosters, sino que los remiendan a medida que pierden peloteros por requerimientos de sus clubes de Ligas Mayores. Van al evento no con lo que tienen, sino con lo que pueden.