Escrito por Félix J. García
Democratizar todo el mundo, no una nación u otra, para crear un equilibrio sostenible en todos los asuntos que salvaguardan la vida del planeta y sus habitantes, con sus diferencias culturales, religiosas y políticas, irremediablemente conllevará a hacer reformas estructurales y profundas en la ONU, lo acaban de decir varios mandatarios de diferentes países por estos días en la propia sede neoyorquina.
Las “Naciones Unidas” de este siglo que nos ha toca’o no deben danzar más al son del viejo tango “Cambalache”, debemos acabar con la vergonzosa vigencia de la sabia canción, hemos entrado en la segunda década del siglo XXI y el famoso tango sigue ahí, tan vigente como en el 1934 cuando tuvo a bien ofrecérnoslo Enrique Santos Discépolo, como una joya musical de sabia advertencia, fácil de entender y de aprender para no caer. Pero caímos, seguimos cayendo: ¡Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor!... Ignorante, sabio o chorro, generoso o estafador… “Premio nobel de la Paz o... de la guerra” ¡Todo es igual!, ¡Nada es mejor!...
Debemos hacer algo, debemos llegar a un consenso universal para que se respete con carácter de obligatoriedad las decisiones de la ONU, sus votaciones, su mayoría, eso sería democracia a nivel mundial, pero no hacer que tales y cuáles resoluciones intenten ser obligatoriamente acatadas por unos, cuando otros se burlan impunemente de lo que en la organización internacional se decide, incluso cuando una resolución es votada prácticamente por todas las naciones, excepto dos o tres, como es el caso del Bloqueo de USA contra Cuba; Sin embargo, ahí sigue el embargo.